En el s.XVIII hubo varios cambios en el Archivo de la Villa, como la dimisión del archivero existente. Sigamos conociendo la historia de este archivo tan emblemático (Parte VII).
Alfonso de Castro y su ayudante, inventariaban,
catalogaban, ordenaban y transcribían los documentos, y trimestralmente
redactaban un informe sobre los trabajos, y una memoria con las listas de los
documentos inventariados y prestados fuera del archivo. Además, se clasificaban
los documentos por materias, se ordenaban cronológicamente, se elaboraban
inventarios, se transcribían los documentos más antiguos, y se tenía constancia
de las relaciones de documentos que existían fuera del archivo.
El corregidor comisario
era un cargo muy importante porque autorizaba las emisiones de copias de
documentos, sus transferencias e informaba al ayuntamiento de los documentos
más útiles en la administración de la Villa. En ese momento, también se creó
una comisión que realizaría una visita a principios de cada año, para analizar
el trabajo realizado y determinar las pautas futuras.
El reglamento que
elaboró Millá, obtiene resultados como la recuperación de los fondos y
determinar una serie de criterios para seleccionar los documentos como las representaciones
hechas por Madrid al Concejo, las noticias de los pleitos que Madrid sostenía,
papeles sobre jurisdicción y regalías, compras y ventas de tierras, copias de
los procesos de beatificación de San Isidro, etc.
Aunque el archivo
comienza a funcionar correctamente, existen dos problemas que harán que Castro
dimita en 1757 y son, que algunas oficinas no entregaban los documentos y que
él mismo, no podía manejar libremente la información sino estaba delante un
miembro de la Comisión de Archivo.
Ante el problema de la
devolución de los documentos por parte de las oficinas, el Procurador General
recomienda que dichos establecimientos copien lo que necesiten. Sin embargo,
surgen otros inconvenientes como la contratación de especialistas para la
traducción de la letra antigua porque muchas veces la Secretaría del
Ayuntamiento no podía elaborar informes ni localizar cierta documentación.
En el estío de 1768, la
necesidad de un archivero es imperiosa pero el Ayntamiento no tiene dinero. Sin
embargo, el archivero de Medinacelli, se ofrece voluntario sin ninguna
asignación económica. Su nombre Diego Sáez Manso, que será archivero a partir
del 17 de agosto de 1768. En ese momento, el archivo puede recibir toda la
documentación de las dependencias, se transcribían todos los documentos reales,
y además se guardaban y recogían todos los libros de la historia de Madrid.
No hay comentarios :
Publicar un comentario