9 jun 2015

Patrimonio documental español: El archivo de la Villa IX

En el Día Internacional de los Archivos  , sigo con la serie dedicada al Archivo de la Villa de Madrid.#NoSinArchivos. Nos quedamos a finales del S.XVI con la Parte VIII y a partir de este momento, el centro y los archiveros evolucionan exposicionalmente.
       

El archivo se convierte en oficina pública el 20 de octubre de 1777, y comienza a recibir demandas de información y se contestan sin intermediarios, se hacen copias de originales, certificados de nobleza, informes y búsquedas y búsquedas especiales de documentos de más de 10 años de antigüedad. Esta decisión es muy importante, tanto que se imprimen 500 ejemplares de su contenido y el archivero tiene una dotación específica y se une status jurídico. Pero Diego Sáenz Manso fallece el 12 de junio de 1782, y no es hasta este momento, cuando se piensa en hacer un examen teórico-práctico para proveer de personal esa plaza vacante.

            La mayoría de los 24 aspirantes poseían conocimientos de lengua latina, francesa, estudios universitarios, y experiencia en archivos. Se dictaminaron una serie de requisitos imprescindibles como formación universitaria, conocimientos en Paleografía y haber trabajado en archivos de tipo administrativo.

            El examen que se realizó fue exhaustivo constando de un ejercicio oral sobre la organización de un archivo y otro sobre abreviaturas y cifras, una traducción latina y la transcripción de ocho documentos. El presidente del tribunal fue el Padre Merino, autor de obras como “Escuela paleográfica o Arte de leer letras antiguas” de 1870 y “Breve tratado de poesía latina y castellana”, ambos en la Biblioteca Nacional de España.

            A mediados de julio de 1771, Manuel Ramírez de Arellano es elegido archivero, aunque anteriormente ya era oficial segundo. Dos años más tarde se aprueba el reglamento de Milla. Arellano, según Mesonero Romanos, realiza un catálogo cronológico de 174 hojas de extensión, sobre privilegios, cédulas y cartas reales que se conservan en el Archivo.


            A finales de este siglo, el archivero realizaba copias de libros, padrones antiguos, buscaba información, etc., pero Arellano tiene problemas de salud, y solicita otro escribiente, concediéndoselo sin problemas. Al funcionar correctamente el archivo, se necesita más espacio, y Juan de Villanueva planificó el cambio de mobiliario que no se llevó a cabo por la Guerra de la Independencia.



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